viernes, 28 de noviembre de 2008

CLUB GALLISTICO SAN MIGUEL

De paso por la clase de Pragmática, estuvimos en la Gallera San Miguel, o Club Gallístico para que suene más elegante, sitio de diversión y entretenimiento para personas que llegan en busca de ambición y ansiedad. En donde la palabra tiene un valor muy primordial, dada el compromiso que adquieren con los gallos de pelea, el que apuesta o con un guiño acepta ya adquiere un compromiso con quien propone, es cuestión de estar atento en el momento indicado.
Esta visión tan particular en un mundo moderno donde se destacan los avances tecnológicos, contrasta con las imágenes que se ven allí todavía. Un datafono de última tecnología recibía a última hora los números de chance que se iban a jugar esa noche, al igual que un reloj digital anuncia la muerte de otro gallo que se encuentra en la arena, desgarrado sangrientamente por un gallo blanco, pero que tiene el instinto del demonio.
Mientras avanzaba por la entrada principal se sentía el ambiente de competencia al escuchar personas saltando de ansiedad por que su gallo le permitió ganar, algo más que para el fin de semana, mientras que algún nostálgico mira en sus bolsillos algo más para apostar.
Llegan verdaderos pura razas de todos los lugares, algunos de pelea experimentados rodean el millón de pesos, mientras los otros, que por algún motivo no han tenido la destreza del dominio del oponente son botados a un rincón ya muertos. Unido a esto, se v que la comunicación entre las personas es netamente oral, el valor de la palabra tiene un significado primordial, cosa que no se ve en otros lugares, es un modo de producción de dinero estructurado, que ha permitido por muchos años concentrar a grupos sociales con los mismos intereses como actores con roles ya definidos.
Después de armado el juego, donde salen, estos son entregados al juez para que sean limpiadas sus plumas y patas, mientras se anuncia la apuesta en un tablero por el monto ganador. Luego de limpiados estos son llevados a la arena los gallos son metidos en dos jaulas de alambre, para luego soltarlos a pelear y el publico apostador tiene dos minutos antes de comenzar la pelea para realizar las apuestas al gallo de su preferencia, donde los gestos expresivos son signos de comunicación claros para definir el juego, luego de comenzada la pelea el público podrá seguir apostando a cualquiera de los gallos y la pelea no podrá extenderse por más de 15 minutos o puede terminar en cualquier momento por muerte del otro gallo, huida (huida es que luego de pasado el primer minuto de pelea uno de los gallos no quiera pelear) o tumbe (tumbe es el que cualquiera de los dos gallos no esté parado en sus dos patas por espacio de un minuto) el cual perderá la pelea; si los gallos llegan al tiempo reglamentario de 15 minutos y ambos están parados en sus patas o ambos están acostados la pelea será declarada tabla (tabla es que los dos gallos empatan y no hay ganador o perdedor) y el dinero entregado a los dueños de los gallos en partes iguales como un ritual de la competencia.
El lugar está decorado por pinturas características del sitio, se siente claramente el ambiente competitivo, es un sistema que mantiene el equilibrio del club que a medida de que pasa el tiempo se torna más acogedor, donde uno mismo siente el deseo de apostar y entrar en el ambiente de la riña gallística tal vez para perder o ganar algo muy parecido a los visto en Ultimate Force donde la pelea es con humanos.
De esta menera que da demostrado el libro proyectar la Comunicaciòn, que se trata de uno de los primeros ejercicios en América Latina para poner a dialogar en un mismo libro a significativos pensadores del siglo XX sobre su visión de la modernidad y la contemporaneidad proyectadas desde la comunicación. Esta lectura proporciona una comprensión densa de cómo se formo este fértil y arriesgado campo del pensamiento actual, que comenzó pidiendo espacios desde otras disciplinas y regresa como un escenario estratégico de las ciencias sociales, de la filosofía y del pensamiento crítico.

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